La Sociedad Internacional de la Continencia (ICS) define la incontinencia urinaria como cualquier pérdida involuntaria de orina que supone un problema higiénico o social.
La incontinencia urinaria afecta, según los estudios, hasta a más de un 40% de la población femenina. De manera global podemos hablar de incontinencia urinaria de esfuerzo, de incontinencia urinaria de urgencia (Vejiga Hiperactiva) o de incontinencia urinaria mixta.
Son múltiples los estudios que evalúan el impacto de la incontinencia urinaria de la mujer en su calidad de vida, afectando a su vida profesional, a su vida personal y de ocio, a su vida sexual, y a múltiples facetas, e incluso a ser causa de cuadros depresivos.
La prevalencia de incontinencia en mujeres es del doble con respecto al hombre, debido a que cuentan con un suelo pélvico algo más débil. Durante su vida, presenta dos picos de incidencia: entre los 45 y los 54 años, con un 30% de la población femenina, y entre los 75 y los 84 años, con un 40%.
Existen cuatro tipos de incontinencia:
- De esfuerzo: Pérdida involuntaria de orina debido a la realización de un esfuerzo físico que provoca un aumento de la presión intraabdominal. Por ejemplo, hacer ejercicio, toser, reír…
- De urgencia: Sucede cuando se tiene un fuerte deseo de orinar que es incontrolable. El músculo detrusor de la vejiga se contrae involuntariamente. La incontinencia urinaria de urgencia puede ser, a su vez, de dos tipos. Sensitiva, debida a impulsos muy potentes; y motora, que se produce cuando la inhibición motora del reflejo de la micción falla.
- Mixta: Se presenta con urgencia y al realizar ejercicios.
- Por rebosamiento. Se produce cuando el volumen de orina en la vejiga supera su capacidad. Puede tener lugar por goteo en chorro fino sin fuerza.
La incontinencia puede tratarse mediante fármacos, ejercicios de rehabilitación de suelo pélvico, tratamientos paliativos (absorbentes) o tratamiento quirúrgico, dependiendo del desarrollo de la enfermedad.
Por tanto, es vital realizar un adecuado diagnóstico para poder ofrecer el mejor de los tratamientos posibles, y de esta forma, conseguir que el impacto sobre la calidad de vida sea el mínimo posible.
La salida a través de la vagina de cualquiera de los órganos de la pelvis (vejiga, útero o recto) constituyen un prolapso. Los músculos y tejidos de la pelvis actúan como si fueran una hamaca que sujeta los órganos pélvicos. Cuando están debilitados o dañados y no pueden sujetarlos, es cuando se produce el prolapso.
Los principales síntomas que aquejan las pacientes son la sensación de bulto en los genitales, pesadez, dolor abdominal, estreñimiento y puede asociarse con cistitis de repetición e incluso con incontinencia urinaria.
Las opciones de tratamiento son múltiples, desde la rehabilitación del suelo pélvico hasta diversas opciones quirúrgicas. Solo una adecuada experiencia permite ofrecer los mejores resultados.
La cirugía por vía vaginal no es la idónea
Los tratamientos quirúrgicos por vía vaginal tienen una tasa de fracaso que puede superar el 30%, por lo que la tendencia es a utilizar mallas de polipropileno para reforzar estos procedimientos. Sin embargo, aunque aumentan el éxito de la cirugía, no están exentos de problemas.
La cirugía de referencia para la corrección de los prolapsos de órganos pélvicos es la cirugía clásica por vía abdominal, puesto que ofrece la mayor tasa de éxito en el medio-largo plazo.
La corrección de los prolapsos por vía laparoscópica ofrece las mismas tasas de éxito que la vía clásica, pero ofreciendo las ventajas de un procedimiento mínimamente invasivo y eliminando los riesgos del uso de mallas como se evidencian en la vía vaginal.
Colposacropexia laparoscópica
Nuestro equipo médico ofrece las máximas garantías de tratamiento dada nuestra dilatada experiencia, los tratamientos más vanguardistas, así como todas las opciones posibles para cada patología, y desde luego, con la evidencia científica como baluarte de nuestra actuación profesional.
Los tratamientos realizados son:
- Rehabilitación del suelo pélvico.
- Sacrocolpopexia laparoscópica o promontofijación laparoscópica.