Dr. Sergio Alonso y Gregorio. Urólogo.

Se podría suponer que alguien comenzó a utilizar algún día aquello de la disfunción eréctil porque la archiconocida impotencia sonaba demasiado fuerte. En realidad, es lo mismo, aunque dos palabras siempre suelen explicar más que una. Disfunción tiene que ver, obvio, con algo que no funciona. Eréctil, también bastante evidente, con algo que se endereza o se pone rígido.

No es un tópico. No se suele hablar del particular. Cada vez más, eso sí, pero aún con elevado grado de vergüenza, rubor e incluso con cierta sensación de fracaso. Pero, con un inocente juego se puede asumir mejor el problema: mire usted a su alrededor y fíjese en 5 hombres de cualquier edad: uno de ellos, si es que usted no la padece, sufre de disfunción eréctil. Si esos varones superan los 40 años, solo es necesario que se fije en 4 para encontrar a uno con este tipo de problema.

Por eso, no haga caso a las bravuconadas que escuche y, si usted cree padecer disfunción eréctil, póngase en manos de un especialista. Pero antes sepa usted que en ningún caso está enfermo. Que tiene un problema sí, pero no una enfermedad.

¿Qué es la disfunción eréctil?

La definición clásica dice que la disfunción eréctil es la incapacidad persistente para conseguir y mantener una erección suficiente para llevar a cabo una relación sexual satisfactoria. Y es justamente eso. La única duda estaría en concretar un poco más el término persistente. ¿Cuántas veces me tiene que pasar para preocuparme? Pues, evidentemente no se puede tratar de un hecho puntual, sino de algo que se repite durante un periodo mínimo, estrictos calendarios aparte, de 3 meses.

Todos los hombres saben, o al menos han sabido en alguna ocasión, qué suele ocurrir en su cuerpo cuando reciben un estímulo sexual. Científicamente es, más o menos, lo siguiente: cuando existe un estímulo sexual, el cerebro se lo hace saber a los nervios a través de la médula espinal. Esa información, convertida en neurotransmisores, llega al pene y provoca la relajación del músculo, que se expande y deja entrar allí la sangre. Esta expansión produce, a su vez, la comprensión de las venas reteniendo la sangre en el interior de los cuerpos cavernosos, lo que provoca un aumento de longitud y grosor del pene. A esto último es a lo que técnicamente se le denomina erección.

¿Por qué se puede producir?

Como se dijo anteriormente, la disfunción eréctil no debe ser catalogada como una enfermedad, pero sí lo puede ser como un síntoma de alguna de ellas, especialmente de alguna dolencia cardiovascular. En este caso, el pene no puede acumular la sangre necesaria para conseguir una buena erección. El tabaco, la hipertensión o un alto nivel de colesterol en la sangre suelen ser las causantes del trastorno.

También es bastante habitual que la disfunción eréctil tenga que ver con causas psicológicas. Por ejemplo, con cuadros de ansiedad o depresión, o con episodios de estrés.

¿Se puede tratar la disfunción eréctil?

Afortunada y rotundamente, sí. Primero, con algo común a prácticamente todas las enfermedades, pero imprescindible para un hombre que presenta dificultades para mantener una erección: eliminar los factores de riesgo, como el tabaquismo, la ingesta excesiva de alcohol, el sedentarismo o el consumo de drogas.

Es posible que, durante la exploración y los análisis pertinentes, se encuentren bajos niveles de testosterona en la sangre del paciente. Un tratamiento para aumentar la cantidad de esa hormona puede solucionar la disfunción eréctil. También, por supuesto, el tratamiento de los profesionales en el caso de que el origen se encuentre en causas .

Pide cita con el doctor para encontrar el tratamiento adecuado

Tratamiento desde todos los ángulos

La estrategia terapéutica de la disfunción eréctil debe abarcar todos los posibles factores implicados, pues, con frecuencia, posee una causa multifactorial. Por ejemplo, aunque el motivo fundamental no sea psicógeno, el hecho de tener varios encuentros de pareja en los que no se obtienen los resultados esperados condiciona irremediablemente los siguientes intentos, aumentando por ello el riesgo de fracaso debido a la ansiedad que esta situación genera.

El tratamiento estándar, una vez modificados los aspectos de hábitos de vida que afectan negativamente a la erección, se basa en el empleo de unos fármacos que son conocidos como inhibidores de la fosfodiesterasa 5. Estos compuestos potencian la liberación del óxido nítrico en el cuerpo cavernoso del pene con lo que fortalecen el mecánico fisiológico de la erección. Es decir, se busca la máxima respuesta eréctil posible frente al menor estímulo erótico.

Cuando este tratamiento fracasa o es insuficiente, debemos subir en el escalón terapéutico lo que implica el uso de inyectables o el empleo de la bomba de vacío. Por último, disponemos de la opción del implante de una prótesis de pene, cuyos resultados de satisfacción global entre los pacientes es superior al 90-95%, con una escasa tasa de complicaciones en manos expertas.

En la última década, se han desarrollado además tratamientos que buscan ampliar y agotar las vías no invasivas para combatir la disfunción eréctil.

Ondas de choque para combatir la disfunción eréctil

Desde hace algunos años el empleo de las ondas de choque se ha consolidado como uno de los mejores remedios contra la disfunción eréctil de origen cardiovascular. El método es similar al que ya se emplea en otros terrenos de la urología, como, por ejemplo, en el referente a las piedras del riñón.

Lo que se consigue con las ondas de choque es la formación de nuevos vasos sanguíneos en el tejido eréctil y la potenciación de la relajación del endotelio vascular. Las ondas se aplican primero en la parte superior del pene y después por debajo del escroto, por lo que el tratamiento afecta al miembro completo.

Para lograr el resultado deseado, el tratamiento ha de extenderse aproximadamente en un mes y consta de cuatro sesiones de entre 15 y 20 minutos, más una sesión de recuerdo a la finalización del mismo. Se trata de un método ambulatorio completamente indoloro, que no requiere de ningún tipo de sedación ni de analgesia y que presenta altísimos grados de éxito para el paciente con disfunción eréctil.

Evidentes beneficios de este tratamiento

El beneficio del empleo de las ondas de choque para tratar la disfunción eréctil se puede evidenciar a distintos niveles. Desde la mejoría de la calidad de la erección hasta que estamos hablando de un tratamiento completamente inocuo, pasando por el retraso de la necesidad de fármacos u otros tratamientos, o el abandono directo del uso de fármacos para conseguir una buena erección.